Les platico que una colega y yo regresábamos a la civilización desde el pueblo donde habíamos estado consultando archivos polvorientos. Ahora nos tocaba soportar el enfadoso viaje de regreso por 'carretera': una brecha plagada de curvas cerradas, subidas y bajadas, deslaves, baches y topes cada cinco minutos. Tomar el autobús pollero hubiera añadido tres o cuatro horas al trayecto porque suben o bajan pasaje cada caserío, así que optamos por el servicio de taxis colectivos: pequeños sedanes que llevan tres pasajeros en el asiento trasero, ahí nos acomodamos, mi colega en la ventanilla quien rápidamente se acurrucó para dormir y no marearse, y yo, en medio. El asiento delantero ya estaba ocupado, así que sólo quedaba esperar a quien viajaría junto a mí.
Llegó una joven de unos veinticinco o treinta años. Como la etiqueta local considera de mala educación mirar a quien te toque de compañero, sólo percibí de un vistazo un rostro casi oculto por el cubreboca que dejaba ver sus ojos bonitos, leggins negros ajustados sobre piernas torneadas y una blusa amplia y suelta sin escote que dejaba traslucir un cuerpo delgado bien formado con lindos senos apenas más que pequeños. Ella se fijó en la alianza de mi mano, por lo que debió asumir que iba viajando con mi pareja.
La primera parte del camino consiste sobre todo en subidas pronunciadas hasta llegar a la parte alta de la montaña, por lo que los vehículos no pueden ir rápido. Las curvas se sienten como un suave balanceo que, con el calor inicial crean un efecto soporífero que hizo que la chica se quedara dormida, algún rato recargada en mi hombro. La temperatura fue bajando al llegar a los lugares más altos; el frío la despertó, pero fingió seguir dormida para acurrucarse junto a mi brazo, aunque apoyó bien recta su espalda en el respaldo.
Así seguimos hasta que empezó el camino de bajada; allí los choferes, buenos conocedores del camino, imprimen mucha velocidad aún en las curvas más cerradas por lo que se siente uno en un juego mecánico. En cada curva a la derecha la inercia hacía que su cuerpo se acercara al mío, para separase en la siguiente curva a la izquierda. Comencé a sentir que lo primero que hacía contacto conmigo era el costado de su busto, al principio un roce apenas fugaz, que fue durando cada vez más tiempo pero sin aumentar la presión, apenas dándote toques leves.
Capté que las reglas de su juego no me permitirían movimientos burdos. Aunque ella seguía fingiendo que dormía (pero la delató el desagrado apenas reprimido que le causó un mal olor que entró por la ventanilla), consiguió imprimirle un ligero giro a su torso, para pasear todo el contorno de su seno por mi brazo. Yo hacía como que no pasaba nada fuera de lo normal, mis manos sobre las rodillas aunque separaba un poco el brazo de mi costado para facilitar la siguiente acometida. Curva a la derecha, curva a la izquierda, percibía como cada recorrido se hacía más amplio, facilitado por el forro satinado y delgado del sostén que dejaba resbalar la textura mullida y firme de abajo, incluyendo un breve frotamiento con una turgencia que intuí era su pezón erecto.
Fue allí, en un asiento casi vencido y algo sucio de un carrito que iba levantando polvo al son de narcocorridos, que viví la experiencia erótica más intensa ee mi vida. Me sentí seducido por una geisha, una geisha que separó discretamente las piernas para que la botellita de agua que llevaba sobre los muslos quedara en medio de ellos y pudiera presionarla muy discretamente contra su pubis.
Después de casi una hora de toqueteos nos aproximamos a nuestro destino. Llegaba el momento de guardar las apariencias y fingir compostura (algo más difícil en mi caso por la erección). Al llegar a la terminal se despidió con un corto 'buenas tardes' y salió casi corriendo, por lo que la perdí de vista muy pronto. ¿Se apresuró para reunirse con su pareja y liberar la tensión del viaje?, ¿o acaso (y ésa es la idea con la que fantaseo) terminó en la ducha gozando del masaje con agua tibia y jabón sobre sus lindos senos y el pubis que ocultaba su blusa? Jamás lo sabré...
No hay comentarios:
Publicar un comentario