la foto es de Robb Debenport, tomada de www.debenport.com
Para mí "poseer a una mujer" es la posibilidad de adentrarme en la intimidad de su alma a través de la intimidad sexual. No quiero sólo abrirle las piernas y penetrarla: quiero entrar en ella cabalmente, fundirme en sus secretos al hacerle el amor, conocerla enteramente y apreciar esos secretos que sólo muestra una mujer cuando se apasiona y gracias al placer libera sus tabúes y miedos. Gozar de ella y con ella en los planos físico y espiritual.

martes, 18 de enero de 2022

El tirante del brassiere

 


Esa mañana, al iniciar sesión en mi cuenta de Facebook, había una nueva solicitud de amistad: Betty “N”. Abrí su perfil; no teníamos amistades ni grupos ni páginas en común. Casi todas sus publicaciones eran frases motivacionales o sobre el último mensaje papal. En otras palabras, nada que me interesara, pero algo me hizo no rechazar el contacto; lo archivé y me olvidé del asunto.     Tiempo después, una tarde que no tenía mucho qué hacer, abrí la lista de solicitudes pendientes con el ánimo de depurarla y, al llegar a Betty me latió aceptarla. Cuál no sería mi sorpresa que casi enseguida me mandó un mensaje de agradecimiento. Como es usual, empezamos a darnos likes y después a comentarnos las publicaciones. Un día me sorprendió que al revisar su muro vi fotos de ella que antes no aparecían, lo que indicaba que me había añadido a alguna lista personalizada. Resultó ser una mujer de unos treintaitantos, guapa, de rostro que sería bonito si no fuera porque en todas ellas aparecía con la boca apretada, seguramente resabios de una educación muy estricta y conservadora.     Un poco para divertirme, la añadí a una de mis listas, donde tengo a gente muy especial y de criterio amplio, con quienes sé que no hay problemas si publico textos o imágenes subidas de tono que apenas pasan la censura de la red social. Betty comenzó a darles algunos tímidos likes a los que yo correspondía comentando lo bien que se veía en sus fotos, ésas que nadie más comentaba.

Las cosas subieron de tono con una publicación mía en que me quejaba por llevar toda la mañana sufriendo por un fuerte zumbido en el oído derecho. Me respondió por mensaje privado diciéndome que seguramente alguien pensaba muy intensamente en mí y que el remedio era ladear la cabeza hasta morder el tirante del brassiere… si lo tuviera.
    Extrañado de que alguien tan chapado a la antigua me hablará de prendas íntimas decidí seguirle la corriente, y le pregunté si había probado el remedio. Tardó unos minutos en responder con una foto suya, que mostraba su hombro derecho descubierto por haberse bajado la blusa, y debajo insinuando los encajes de una sexi lencería de encajes negros que dejaban entrever el contorno de un seno muy bello; y aunque de su rostro sólo aparecía la barbilla, indudablemente era una foto de ella.
Pero lo más incitante era el texto del mensaje: “también me zumba el oído, ¿me ayudas a quitarmelo?"