la foto es de Robb Debenport, tomada de www.debenport.com
Para mí "poseer a una mujer" es la posibilidad de adentrarme en la intimidad de su alma a través de la intimidad sexual. No quiero sólo abrirle las piernas y penetrarla: quiero entrar en ella cabalmente, fundirme en sus secretos al hacerle el amor, conocerla enteramente y apreciar esos secretos que sólo muestra una mujer cuando se apasiona y gracias al placer libera sus tabúes y miedos. Gozar de ella y con ella en los planos físico y espiritual.

viernes, 27 de octubre de 2023

Abres sobre mí
la clave de tu arco
satín rosado.

viernes, 29 de septiembre de 2023

Alguna vez me dedicaron esto...

"…eres como el pan fresco
crujiente de sentimientos
con el aroma de lo recién horneado
por nuestro querer.
Eres mi hogaza de calor y ternura
hecha de semilla de trigo
que reventó con tu pasión."

jueves, 7 de septiembre de 2023

 En contrapunto

se contrae tu sexo

con tus gemidos.

viernes, 21 de julio de 2023

Y entonces sí me ganó la risa

Aquel sábado en la mañana tuve que ir al trabajo a resolver algunos pendientes rezagados. Como estaba segura de que en las oficinas no habría ningún colega, me puse una falda sencilla y blusita a juego, sin medias, con calzado deportivo, peinada de coleta y apenas maquillada. Sola en mi cubículo, el tiempo pasó volando; cuando bajé al vestíbulo descubrí que caía un verdadero diluvio que me obligaba a esperar porque, aunque hubiera llevado paraguas, esa tormenta empaparía a cualquiera.

        Forzada a hacer tiempo, comencé a estar aburrida, a tener frío y hambre mientras rumiaba que de cualquier forma daba lo mismo estar allí o en otro lado porque mi vida social y privada es prácticamente inexistente. De pronto el sonido del ascensor me sobresaltó. No esperaba que en todo el edificio hubiera alguien más aparte de mí y los vigilantes. Salió… llamémosla “M”, una chica muy guapa de otro departamento a la que había la visto pocas veces en las instalaciones o en las fiestas de la compañía y con quien nunca había intercambiado siquiera un saludo.

         “M” estaba en las mismas circunstancias que yo: desarreglada, sin paraguas y con cara de resignación. Comenzamos a charlar trivialidades y no tardamos en simpatizar. En cuanto escampó fuimos a una pizzería cercana y al poco rato nos tratábamos como amigas de años con muchas afinidades, entre ellas el gusto por la películas sin pretensiones, ésas de humor simple “de pastelazo”, Como daba la casualidad que ese día estrenaban una decidimos ir al cine que no quedaba lejos. En el camino comenzó de nuevo a lloviznar, así que corrimos tomadas de la mano para no resbalar. Aún así nos mojamos, y para no resentir el frío aire acondicionado de la sala tuvimos que sentarnos hombro con hombro, muy juntas.

        La película resultó muy divertida y celebramos varias escenas agarrándonos de las manos. Me sentía tan en confianza que no refrené mis sonoras carcajadas, una de las muchas cosas por las que soy extremadamente tímida, y que reprimo para no llamar la atención pero más por algo que nunca he confesado: cuando me río muy fuerte me excito, creo que por el suave masaje interno en el abdomen; si a eso se añade que los orgasmos me dan risa (entre más intenso el orgasmo, más sonora la risotada) entenderán por qué prácticamente soy célibe tras varias parejas que se tomaron a mal el asunto como si fuera una crítica a su desempeño. La única ventaja de esto es que cuando por las noches veo programas frívolos y termino masturbándome, los vecinos sólo escuchan mi risa, y cuando mucho han de creer que soy medio boba.

        Además, la suave piel del brazo de “M”, su aroma y sentir cerca a una chica tan atractiva hizo que no tardara en sentir un suave cosquilleo en la entrepierna. Comencé a sentirme insegura. Nunca me había sentido interesada sexualmente por otra mujer y temía que ella se percatara. Pero me sorprendió que en un giro de la trama no hiciera nada por desentrelazar sus dedos y se arrimara aún más a mí. Al terminar la cinta parecíamos dos adolescentes primerizas sin saber qué hacer. Sólo se me ocurrió invitarla a mi casa para prestarle un suéter, porque era notorio que la pobre se estaba helando.

        Llegando le ofrecí una bata de felpa para que se quitara la ropa mojada mientras la metía a la secadora y le dije que si quería darse una ducha, había agua caliente. Mientras, yo me quité los tenis mojados y me ponía cómoda. Verla salir del baño sabiendo que no traía nada debajo terminó de ponerme hot, más cuando se sentó en el borde de la cama mientras se secaba el pelo mirándome con coquetería. Hice a un lado todas las inhibiciones y me senté en sus piernas susurrándole al oído: “Eres la primera…”, a lo que respondió con un “tú también” seguido por un beso apasionado en la boca. En todas mis relaciones con hombres yo había sido muy pasiva, sin tomar nunca la iniciativa, pero ahora tenía urgencia de que se diera cuenta de cuán húmeda estaba, así que tomé su mano y la metí debajo de mi falda, llevándola sin dudas hasta mi sexo.

        La dejé abrirme las piernas para que sus dedos tuvieran más espacio y libertad de acción. Sentí como presionaba gentilmente sobre el encaje de mi tanguita y la hacía a un lado buscando con delicadeza mis zonas más sensibles mientras su otra mano recorría mi espalda y mi cadera. Me quité la blusa y el sostén para que me besara los senos. Esperó el momento justo para penetrarme con dos dedos y alcancé el primer orgasmo de la noche, anunciado con una suave risita que la enterneció.

        Hizo que me pusiera de pie frente a ella para terminar de quitarme la ropa y se paró dejando caer la bata. Ahí estábamos las dos, desnudas, frente a frente, yo un poco más alta y desgarbada, ella deliciosamente deseable. Comenzamos a tocarnos, acariciarnos y besarnos y luego se dejó caer en la cama separando mucho sus piernas dobladas. Sin dudarlo, comencé a darle sexo oral, localicé rápidamente su clítoris con la punta de mi lengua y lo chupé mientras le metía los dedos y con la otra mano le tocaba los pezones. Sentí que casi alcanzaba el éxtasis cuando me jaló hacia ella. Nos acostamos lado a lado y por instinto encontramos la posición y el ritmo adecuados para darnos placer frotando nuestras vulvas. Me encantó ver en su carita la llegada de sus orgasmos escuchando sus gemidos. En cuanto a mí, como en el chiste aquel de la provinciana que llega a la gran ciudad, entonces sí me ganó la risa…

        Terminamos agotadas, y nos quedamos dormidas abrazadas. A la mañana siguiente le preparé el desayuno y la despedí con un beso en la boca mientras le daba las gracias. En cuanto se fue, comencé a dudar si tendríamos una relación permanente o sólo fue algo de una noche. Pero antes de que me empezara a deprimir con arrepentimientos a pesar de lo bien que la había pasado, me llegaron dos mensajes suyos: “Contigo me saqué la lotería y conseguí estas dos cosas. Besos. Siempre tuya, M." junto con este cartelito que circula mucho en las redes:

   

sábado, 1 de julio de 2023

Labios carnosos
reciben con un "¡Hola🩷 !"
mi pene erecto.