la foto es de Robb Debenport, tomada de www.debenport.com
Para mí "poseer a una mujer" es la posibilidad de adentrarme en la intimidad de su alma a través de la intimidad sexual. No quiero sólo abrirle las piernas y penetrarla: quiero entrar en ella cabalmente, fundirme en sus secretos al hacerle el amor, conocerla enteramente y apreciar esos secretos que sólo muestra una mujer cuando se apasiona y gracias al placer libera sus tabúes y miedos. Gozar de ella y con ella en los planos físico y espiritual.

miércoles, 5 de octubre de 2011

Guiño furtivo.
Maravillas ocultas
tras los encajes. 

lunes, 30 de mayo de 2011

Eros ludens

A pipis y gañas,
¿a qué jugaremos?
¡A hacer el amor!
¿Quién lo gozó?
El rey y la reina.
Alza la mano
que-te-pi-ca
el-ga-llo
co-pe-TÓN

Sin ropa flirteamos
hincados de frente,
con juegos de manos
echamos la suerte,
las coplas palmeamos
¡empatamos siempre!

Nos divierte mudar
los cuerpos en juguete,
con entusiasmo a la par
rodando en molinete
volver la cama un mar
y quedarnos al garete.

Baila la ruleta
gano la partida:
unto mi receta
beso tu guarida,
el néctar que secreta
me da la bienvenida.

Cedo el turno ahora,
la cátedra comienza;
con dotes de cazadora
anulas mi vergüenza
recurres a la mecedora
liquidas mi defensa.

Disfrazado de felino
mi guiñol monta su acto,
mas en tu teatrino
pierde su guión exacto:
en escenario tan fino
ha quedado estupefacto;

Sin tardanza improvisa
el jugarte una broma
para mirarte una sonrisa
recurre a una maroma,
luego, sin ninguna prisa
su performance retoma.

Busco tu desconcierto
me detengo de improviso
preguntas: ¿sigues despierto?
En clave morse te aviso:
pulsos cortos en concierto
pulsos largos maximizo.

Ajedrecista en acción
me impones un garlito:
exiges como condición
repetir nuestro jueguito.
Qué importa la adicción
saldaré mi deuda expedito.

miércoles, 25 de mayo de 2011

dos tercetitos dos

Noche de lluvia.

Celebro tu entrega

con crisantemos.


Brisa templada.

Las faldas movedizas

de primavera.

Hackeando sueños

--Hola!!! ¿Cómo estás?

Levantó la vista de los folios que esperaban su sello antes de pasar a otros escritorios. Era raro que alguien lo saludara, pero más extraño fue escuchar a Teresa, quien le hablaba con los muslos flanqueando una esquina del mueble, las manos aferradas a la orilla del escritorio exponiendo la parte interna de los antebrazos y los senos inclinados hacia él.

¿Teresa?, ¿esa secretaria con facha tan de ama de casa treintañera que no asistía ni al brindis de fin de año?, se preguntaba su mente desvelada mientras la miraba con la boca abierta. Ella, lejos de incomodarse, le sonreía con picardía: --Sólo pasé a darte los buenos días; espero verte luego-- le guiñó antes de perderse entre las filas de escritorios grises rumbo a su oficina con un marcado contoneo balanceando la trenza.

Al verla alejarse así lo recordó. La noche anterior empezó tan aburrida como todas: tras perder el tiempo con las portadas de las revistas porno sin atreverse a comprar una, llegó al pequeño departamento a ejecutar la rutina tan ensayada y masturbarse antes de dormir convocando a sus recuerdos y frustraciones. Ya para acostarse falló la corriente eléctrica; ahora que debía esperar a que se reanudara el servicio para ajustar el despertador, se entretuvo con los reflejos que la luna llena proyectaba sobre una pecera. La llenó de nuevo recordando a su único morador: \"Si no puedes cuidar ni de un pez, ¿cómo esperas dejar de estar solo?\".

Sobre el agua aparecían juegos de sombras y reflejos como manchas de Rorschach animadas. Dos zonas claras con una zona oscura en medio le parecieron una espalda femenina desnuda surcada por una gruesa trenza. Quedó hipnotizado con aquella imagen que subía y bajaba cadenciosamente: una mujer lo cabalgaba lenta, muy lentamente porque hacía el amor como ella siempre quiso, alargando el placer al marcar su compás pero con el rostro oculto. Él alcanzó una excitación sin precedente. Toda la piel empezó a sensibilizarse, a hormiguear de pies a cabeza mientras un calor vibrante subía de su vientre hasta el cuello.

De pronto le sobrevino el orgasmo más intenso y podía haber seguido toda la noche, pues apenas eyaculó unas gotas... en ese momento se prendieron las lámparas dejándolo aturdido. Creyó haber tenido un sueño húmedo, de otra forma no se explicaba cómo conocía las motivaciones de su compañera, ni que una sombra temblorosa lo provocara tanto, cuando se había vuelto insensible aún a la pornografía más grotesca.

Y ahora venía Teresa con su trenza oscilante a recordarle todo. ¿Habían participado del mismo sueño?, porque sin duda era ella y lo había disfrutado aún más. La extrañeza fue cediendo ante el tedio cotidiano, mas al llegar la noche se sentó desnudo frente a la pecera, situada sobre un paño blanco iluminándola con dos velas. Estaba dispuesto a irrumpir de nuevo en sueños ajenos, como un hacker que asalta la privacidad ajena.

La penumbra lo adormeció hasta casi vencerlo cuando adivinó una zona triangular que no podía ser más que un pubis cubierto por gasas. Alguien estaba de pie frente a el, con las piernas ligeramente separadas, la cadera echada hacia delante y, lo más incitante, al instante tuvo la convicción de que eran sus dedos los que tiraban suavemente de la prenda hacia arriba para remarcar los contornos de aquél grano de café turgente con su nítido canal central que quedaba a la altura de su boca.

Su yo racional intervino: había que bajar la prenda, no subirla. Pero en cuanto quiso dirigir la acción sólo percibió manchas en claroscuro sobre el agua. En sesiones siguientes aprendió que no se le permitía influir en la acción ni seleccionar compañera, la mayoría de las veces alguna desconocida a quien había entrevisto fugazmente en el transporte colectivo o en algún comercio. Intuía que sólo le estaba permitido actuar bajo un guión ajeno de alguien que le permitía poner en práctica sus deseos más íntimos y secretos.

Así se iban alternando noche a noche estampas de un hombro mojado de quien deseaba ser amada bajo la ducha, o un lunar que esperaba ser besado; a veces eran imágenes que dudosamente podían ser eróticas, pero que simbolizaban mucho para su creadora, como aquel paquetito envuelto en papel amarrado con listón rojo tan incitador.

Pronto se involucraron otros sentidos: una noche se sintió recostado en posición fetal mientras un par de senos le recorrían la espalda de arriba hacia abajo alternando con el frotar de un indudable vello púbico y percibió sabores y olores nunca imaginados. Ahora únicamente vivía para esperar la llegada de las noches, en las que alcanzaba varios clímax cada vez más intensos.

Cuando alcanzó el éxtasis se sintió absorbido por el agua, convirtiéndose en un duende de los sueños eróticos. Algunas lo llaman \"súcubo\"... otras solo quedan agradecidas.

viernes, 20 de mayo de 2011

Tendida y tibia
como sábanas al sol
yo te deseo