la foto es de Robb Debenport, tomada de www.debenport.com
Para mí "poseer a una mujer" es la posibilidad de adentrarme en la intimidad de su alma a través de la intimidad sexual. No quiero sólo abrirle las piernas y penetrarla: quiero entrar en ella cabalmente, fundirme en sus secretos al hacerle el amor, conocerla enteramente y apreciar esos secretos que sólo muestra una mujer cuando se apasiona y gracias al placer libera sus tabúes y miedos. Gozar de ella y con ella en los planos físico y espiritual.

miércoles, 6 de julio de 2022

bailamos?

 Los acordes del saxo se apagan y quedamos de pie, estrechándonos más a cada mordisco. Me pierde el aroma de tu pelo y la piel mullida de los hombros sobre los que cae como cascada, me engolosino sobre una cadera que vibra sabiéndome incapaz de dejar de imaginarte tendida y tibia. Te retiro una mano de mi hombro y la guío a mi garganta, y luego hacia abajo, despacio, apretando hasta llegar al vientre. Sí, que presione allí, con la palma, que sea firme para consolidar este deseo de alojarme en sus santuarios. Aprovecho la penumbra y te seduzco de a poquito besando tus cejas y párpados, no dejo de acariciar tu rostro de durazno, busco intuir en el contorno de tus senos el color apiñonado que los corona. Me lleno de tus besos en cuello y pecho, y de la forma en que acaricias espalda, torso y pelo. Las ropas al caer sobre la alfombra se buscan estableciendo sus propias penetraciones compartidas tu ternura y tu tibieza, mi olor y mi deseo. Siento tu aliento entrecortado y tibio sobre mi pecho. Cálida, húmeda y tersa es la sensación que regalas a mis dedos que te exploran guiados por la brisa marina que exhalan tus profundidades. Y no llegamos a la cama, te elevas sobre mí cruzando los talones tras mi espalda para guardar el equilibrio. Y recorro nuevamente tus curvas con mis manos y tus senderos estrechos con mi sexo, tu horno de piel que me cocina con tus jugos condimentado con mis ansias. Y con tu espalda contra la pared te poseo toda, me deleito con tu rostro, con las pecas de tu escote, con la imagen de mi vaivén que me pierde tras tu pubis junto al sonido gozoso, borboteante, que provoca al salir y entrar una y otra vez hasta alcanzar la sensibilidad máxima de tus texturas internas justo antes de que tu orgasmo secunde al mío con contracciones compartidas preanunciadas con gemidos entrecortados. ¿Me concedes, amor, la siguiente pieza?

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